La investigación, realizada desde telescopios en Chile, liderada por astrónomos de las Universidad de Warwick y en la que participaron los investigadores del Instituto Milenio de Astrofísica y de la Facultad de Ingeniería y Ciencias UAI, Rafael Brahm y Andrés Jordán, permite redescubrir planetas con órbitas largas alrededor de sus estrellas, lo que a su vez allana el camino para detectar exoplanetas en la zona habitable de un sistema planetario distante.
TESS o Transinting Exoplanet Survey Satellite es una misión espacial de la NASA dedicada a la búsqueda de exoplanetas transitantes a sus estrellas, es decir, que, al pasar frente a ellas, realizan pequeños eclipses, que permiten a los astrónomos detectar bajas periódicas en su brillo, indicando la presencia de nuevos mundos. El telescopio escanea de manera continua regiones del cielo cada 27 días, lo que impide hacer seguimiento a planetas que tienen órbitas mayores a ese periodo, pues cuando el planeta pasa nuevamente frente a la estrella, TESS ya está observando en otra dirección.
Lo anterior, ha impedido a los especialistas hacer seguimiento de estos objetos a pesar de la importancia científica que tienen. Es por eso que un equipo de astrónomos de la Universidad de Warwick, Inglaterra, junto con colegas chilenos entre los que se encuentran los investigadores del Instituto Milenio de Astrofísica MAS y profesores de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez, Rafael Brahm y Andrés Jordán, desarrolló una nueva técnica que permite estudiar a estos llamados “single transiters”, es decir, aquellos que son captados sólo en uno de sus tránsitos por TESS y luego se “pierden”, sin poder constreñir su periodo orbital.
“El problema de TESS es que en general observa de manera continua regiones del cielo por solo 27 días lo cual impide observar múltiples tránsitos de planetas con períodos mayores a 15 días aproximadamente. Sin embargo, la precisión fotométrica que tiene es lo suficientemente buena como para poder identificar tránsitos individuales en la curva de luz de una estrella. Lo que estamos realizando ahora es identificar a estos “single transiters” en los datos de TESS e intentar predecir cuándo ocurrirá un nuevo tránsito para observarlo con telescopios instalados en la Tierra. Fue así como descubrimos el planeta NGTS-11b, con el NGTS (Next Generation Transit Survey) localizado en el Observatorio Paranal del Observatorio Europeo Austral (ESO). Los 12 telescopios de NGTS permiten monitorear simultáneamente varios de estos candidatos, los cuales son observados noche a noche”, explica Brahm.
NGTS-11b tiene la masa y tamaño de Saturno con una órbita de treinta y cinco días, y es uno de los cientos de mundos “perdidos” que los astrónomos están tratando de reencontrar y caracterizar con esta nueva técnica, con la esperanza de encontrar planetas más fríos, parecidos a los de nuestro sistema solar, e incluso planetas potencialmente habitables. NGTS-11b orbita a su estrella a 620 años luz de distancia y está ubicado cinco veces más cerca de su sol que la Tierra del nuestro. Su descubrimiento como candidato a planeta fue en el 2018 con TESS y su reciente confirmación y caracterización ahora a través del NGTS fue publicado por la prestigiosa revista Astrophysical Journal Letters.
“Planetas como este que descubrimos son fundamentales para estudiar la estructura y composición de planetas gigantes fuera de nuestro Sistema Solar ya que su estructura no está significativamente afectada por la cercanía con su estrella y podemos usar modelos clásicos para inferir la proporción de sólidos y gases en su interior, lo que a su vez nos puede indicar las propiedades del lugar/tiempo donde se formó el planeta”, asegura el astrónomo nacional.
Samuel Gill del Departamento de Física de la Universidad de Warwick agrega: “Estos descubrimientos son raros pero importantes, ya que nos permiten encontrar planetas de períodos más largos. Los planetas de períodos más largos son más fríos, más parecidos a los de nuestro propio Sistema Solar. NGTS-11b tiene una temperatura de sólo 160°C, más frío que Mercurio y Venus. Aunque todavía está demasiado caliente para soportar la vida tal y como la conocemos, está más cerca de la zona habitable que muchos planetas descubiertos anteriormente que típicamente tienen temperaturas superiores a los 1000°C”.
Es por eso que el nuevo método sugerido por estos científicos es tan importante, pues antes de él, estos nuevos mundos de periodos más largos, simplemente se perderían. “Algunos de ellos serán pequeños planetas rocosos en la zona habitable, que son lo suficientemente fríos para albergar océanos de agua líquida y potencialmente vida extraterrestre”, concluye Gill.
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