“Se necesita un cambio grande en la sociedad, especialmente en los mensajes que se les dan a los niños según su sexo o género”

Daniela Ruz, Ingeniera U. de Cambridge, ex investigadora del proyecto ALeRCE:

Desde ser azafata a futbolista. Dos carreras, que para Daniela Ruz fueron parte del grupo de posibilidades que meditó cuando le tocó pensar “qué quería ser cuando grande”. Según cuenta, la ingeniería no fue una vocación, y por eso mismo su historia puede resultar inspiradora para muchas niñas que hoy no saben muy bien qué estudiar o no se atreven a seguir una carrera STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas por su traducción en español) por no creerse capaces o considerarlas “demasiado difíciles”. Lo importante, asegura Daniela, es mostrarles, desde sus primeros años, modelos de mujeres que se han dedicado a estas carreras, pero sobre todo que estos modelos sean alcanzables, con los que las menores se puedan identificar. “Creo que la igualdad no está en mostrar mujeres que han sido espectaculares en sus áreas y esperar que una niña llena de inseguridades crea mágicamente poder ser como ellas. El truco está en poder mostrarles que no necesitan ser brillantes para poder trabajar en estas cosas. STEM está lleno de personas que no son nada especial. Cualquier persona capaz de terminar el colegio y con suficiente dedicación puede aprender lo necesario para trabajar en esto, asumiendo que tenga las oportunidades adecuadas”, señala Daniela, que hoy está trabajando en la U. de Cambridge.

Y tiene razón. Porque el tema de las capacidades ha sido una de las principales áreas que ha agrandado la brecha de género en la elección de carreras científicas por parte de las jóvenes de todo el mundo. Según un estudio publicado por la revista Science en 2017, desde los seis años de edad, aproximadamente, las niñas empiezan a percibirse como “menos inteligentes” que los niños, particularmente en el área de las matemáticas, todo ello, impulsado y reforzado por los estereotipos de género, lo que repercutirá directamente en sus elecciones en el futuro.

Sin embargo, y con mucha suerte, cuenta Daniela, ella tuvo una experiencia distinta, lo que ayudó a su decisión final a la hora de pensar qué estudiar: “Pienso que tuve una ventaja respecto a otras mujeres, y es que mi mamá se dedicó siempre a la construcción. Solía verla de casco y con zapatos de seguridad, entonces nunca me planteé que ese tipo de profesiones no las pudiera ejercer una mujer o que fuera algo “de hombres”. Cuando entré a ingeniería y se hablaba del sesgo de género, empecé a entender más”, comenta.

Hoy, Daniela Ruz, y luego de un exitoso paso por el proyecto ALeRCE, está en Inglaterra desarrollando un software para el satélite Gaia, que creará un mapeo de la Vía Láctea. Desde ahí, es que conversamos con ella, respecto a cómo incentivar a más niñas y jóvenes a incursionar en carreras STEM, específicamente en Data Science, teniendo su experiencia como motivación.

– ¿Qué te incentivó a estudiar ingeniería en el área computacional y con miras a qué objetivo?

Cuando salí del colegio no tenía para nada claro a qué quería dedicarme. Opté por ingeniería ya que me pareció que era una carrera en la que podía postergar la decisión al haber distintas especialidades (además de que después de los dos primeros años también es posible optar por seguir una licenciatura en ciencias). Llegado el momento de elegir una especialidad, aún no sabía exactamente qué quería, así que opté por computación porque está presente en prácticamente todas las áreas. En esta carrera se puede trabajar en una minera, un banco, un observatorio, etc.

Mi mayor duda fue si elegir computación o astronomía, pero entendía que en astronomía es necesario estudiar por mucho tiempo para poder realmente ejercer, y además hay que competir por las becas de posgrado y, por distintas razones, no me sentía preparada para dar lo mejor de mí. Además, el elegir algo tan específico como la astronomía abre muchas puertas, pero cierra muchas otras. El país no apoya demasiado a la ciencia, entonces opté por la opción más segura.

«– Según tu experiencia personal y también lo que has visto ¿qué crees que hace falta para que más niñas consideren dedicarse a carreras STEM o específicamente Data Science?

Yo creo que se necesita un cambio grande en la sociedad, especialmente en los mensajes que se les dan a los niños según su sexo o género, y que están presentes desde el mismo momento en que nacen. No solo están los mensajes que se reciben a través de los medios de comunicación, donde aún los personajes femeninos suelen ser escasos, usualmente limitados a ciertos roles y escritos mayoritariamente por hombres; sino que también están los mensajes que se reciben directamente de la familia o de la sociedad, como dar a las niñas más responsabilidad en los quehaceres del hogar que a sus hermanos o esperar que ellas los cuiden.

– ¿Qué crees que podemos hacer los centros de investigación o las universidades para incentivar los cambios que lleven a más niñas y jóvenes a dedicarse a estas áreas de la ciencia?

Yo creo que lo que se puede hacer es exponer más a las niñas a este tipo de cosas, que sepan que esto existe y que una carrera en estas áreas es posible. Aún más a las niñas que crecen en entornos tradicionales. Yo tuve la suerte de ni siquiera notar que algo como ingeniería podía no ser para mí, pero aún hay muchas niñas en hogares donde es la madre quien cuida de los hijos, hace todas las labores domésticas y su preocupación al final del día es verse bonita porque toda su vida fue bombardeada con esas ideas y cree que esa es su misión en la sociedad.

Cuando naces mujer, incluso antes de caminar, ya tienes perforadas las orejas para que uses joyas y tienes una muñeca para que juegues a ser mamá. Luego de años y años de recibir los mismos mensajes cada día, es lógico que tus ideas de qué es ser mujer u hombre estén muy moldeadas por el entorno, independiente de tu género. Por eso, pienso que lo importante es entregar este otro mensaje con modelos a seguir que no parezcan inalcanzables. Creo que es más común escuchar a los hombres decir algo simple como “escogí ingeniería porque mi tío es ingeniero” (o “porque me iba bien en matemáticas”) que algo como “estudio ingeniería porque creo poder ser como Tesla”. No creo que lo correcto sea solo ir donde las niñas y decir “miren, esta es Marie Curie, sean como ella”, sino que decir “hola, soy Daniela y soy como cualquiera de ustedes”. Nadie debería necesitar ser extraordinario para merecer respeto.

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